Ratoner olfatea el aire. Allí está: el legendario Queso de Schrödinger, brillando dentro de su caja de acero y cristal. Sabe —porque la Física lo dicta— que el queso está fresco y podrido simultáneamente —existente e inexistente— hasta que alguien abra la caja.
Sus patitas tiemblan al posarse sobre la tapa. En la Galaxia de los Ratones, los ancianos cuentan historias de roedores desaparecidos al observar el queso, sus átomos se dispersan en infinitas realidades. Pero el hambre es más fuerte que el miedo.