6.8.25

Gato Observador

El gato abre un ojo. No el izquierdo ni el derecho, sino el tercero: esa pupila cuántica que ve todas las realidades superpuestas. Desde su almohadón interdimensional, vigila el experimento más importante: un ratón intentando robar el Queso de Schrödinger

Ronronea. El sonido vibra en seis dimensiones. 

En esta realidad, el ratón abre la caja. En aquella, la caja se come al ratón. En otra más, ambos siguen en un limbo de potencialidad, condenados a repetir el ritual por la eternidad.

Imagen: Grok

El gato extiende una garra y modifica variables: 

— En el Universo A, añade un trozo de queso imaginario.
— En el Universo B, borra la gravedad.
— En el Universo Ψ, escribe en el aire: Error 451: Realidad no disponible

El ratón (ratones) chilla(n) en coro cuántico. El gato sonríe con sus 20 ditos* de luz. Sabe la verdad incómoda: no hay queso. Nunca lo hay. El verdadero experimento es la desesperación de creer que puede existir. 

Cuando cierra el tercer ojo, las realidades colapsan en una sola línea temporal. El ratón desaparece. La caja esta vacía. Y en el Bosque, alguien (o algo) escribe con hongos bioluminiscentes: 

Si un gato observa la nada, ¿la nada le observa de vuelta?

El gato se limpia las patas con la tela del espacio-tiempo y se echa a dormir. Mañana es otro día. Y otro. Y otro. Infinitos otros más.

*En el contexto del Gato Observador, son dedos cuánticos luminosos, una licencia poética de la fantasía cuántica para describir las extremidades de este felino interdimensional.

IA: DeepSeek

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