Estupidez cuántica

Ratoner descubre que la estupidez no es ausencia de inteligencia, sino un estado cuántico de conciencia. Ocurre mientras intenta explicarle al Gato por qué los humanos guardan queso en cajas que simultáneamente lo preservan y lo pudren.

La estupidez cuántica opera bajo tres principios fundamentales:

Imagen: Grok

1. Superposición absurda: Una idea puede ser brillante y ridícula al mismo tiempo, colapsando en una u otra solo al ser expresada en voz alta. Como cuando se propone vender agujeros de gusano como solución de teletrabajo.

2. Entrelazamiento irracional: Dos decisiones estúpidas separadas por años pueden afectarse instantáneamente. Por ejemplo, si se muerde un cable de fibra óptica en 2018 directamente causa la firma del peor contrato en 2023.

3. Efecto observador inverso: Cuanto más se analiza una estupidez, más sabia parece. El Gato demuestra este principio al pasar tres días calculando cómo beber agua de un bol que posiblemente no contenía agua, ni bol, ni tal vez Gato.

La estupidez cuántica explica por qué:

— Los manuales de usuario se vuelven más confusos con cada edición.
— Las reuniones de trabajo generan más dudas que respuestas.
— Los caminos más largos suelen ser los atajos oficiales.

Ratoner ahora cultiva estupideces selectas en su jardín de rutinas. Las riega con contradicciones y las poda con escepticismo. La más floreciente es aquella donde trabajar menos requiere más explicaciones que trabajar mal.

El Gato colecciona estas estupideces en frascos de cristal etiquetados con números primos. A veces los agita y crea nuevas filosofías de oficina. Otras veces los deja sedimentar hasta convertirse en el sentido común del mañana.

Al caer la noche, Ratoner comprende la verdad más profunda: La inteligencia es saber que el queso está en la caja. La sabiduría es entender que la caja puede estar vacía. Pero la estupidez cuántica es morder la caja misma, solo para descubrir que tiene mejor sabor que cualquier queso imaginable.

Texto: Deep