Pueden leerse en cualquier orden. O en todos a la vez.
1. El olor a galaxia
Javy abre el armario de la cocina. No hay latas de atún. Hay polvo estelar, quieto desde la última vez que Ratoner cerró un portal aquí. El aire huele a queso interestelar y a deuda pendiente. Dos verdades superpuestas, ninguna más real que otra.
2. Los zapatos cuánticos
Son negros, están gastados. En una realidad, los lleva Javy a una entrevista de trabajo fallida. En otra, Ratoner los roe para fabricar un mapa de túneles literarios. En una tercera, están vacíos, caminando solos hacia ninguna parte.
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| Imagen: Grok |
3. El suspiro bifronte
Lo exhala Javy frente al extracto bancario. Lo inhala Ratoner en el Bosque Cuántico. Un solo suspiro, dos pulmones distintos. En el intermedio, flota una partícula de ansiedad que podría convertirse en verso o en factura.
4. La llamada en superposición
El teléfono vibra. Javy no contesta. Ratoner descuelga al mismo tiempo, en otro plano.
—¿Aló? —dice la voz de Javy joven, la de hace treinta años, atrapada en el bucle de una centralita cuántica.
5. El espejo de Vallekas
Refleja a Javy con corbata, a Ratoner con bigotes, y a un tercero, difuso, que podría ser el autor de ambos. Tres capas de un mismo rostro. Si parpadeas, cambian de orden.
6. La memoria prestada
Ratoner recuerda la infancia de Javy: el olor a gasolina de la furgoneta familiar, el miedo a los perros grandes. Pero no es su recuerdo. Es un fragmento narrativo adoptado, que vibra con la frecuencia de lo sentido-a-través-de-otro.
7. El café de las 6:47
La taza está llena y vacía. Javy la bebe para despertar. Ratoner la observa, conteniendo universos líquidos. El Gato, desde el borde, mueve la cola. Él sabe que esta taza es el origen del primer deslizamiento.
8. El contrato invisible
Firmado con tinta de tiempo. Javy lo cumplió durante décadas. Ratoner lo rompió con un mordisco cuántico. Ahora el documento flota en el Bosque, sus cláusulas convertidas en enredaderas de autoficción.
9. La jubilación como agujero de gusano
Un lado: la silla vacía en la oficina. El otro: el sillón en Vallekas. En el medio, el túnel. Ratoner lo atraviesa cada día, llevando consigo migas de pasado y semillas de futuros improbables.
10. El último fragmento (que en realidad es el primero)
Esto no es un final. Es un punto de partida multiplicado por diez. Lee de nuevo en otro orden. La autoficción se reescribe sola. Javy y Ratoner son solo dos nombres para la misma pregunta flotando en el aire cuántico.
Texto: Deep

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