8.10.25

Colaje cuántico

Ratoner encuentra unas tijeras. No las comunes, sino las que cortan los hilos entre realidades. En el suelo del Bosque Cuántico, comienza a recortar pedazos de distintos universos: 

— Un atardecer prestado de la Galaxia de los Ratones.
— El olor a café de la oficina donde Javy trabajaba en 2010.
— El suspiro que el Gato Observador dejó escapar al equivocarse en un experimento.

Imagen: Grok

Con pegamento hecho de tiempo condensado, une los fragmentos en una cartulina de espacio-tiempo. Al mirar el colaje completo, descubre que las piezas se reorganizan solas: 

La oficina de Javy ahora tiene paredes de queso derretido. El atardecer galáctico brilla con los números de teléfono que Ratoner nunca contestó. El suspiro del Gato forma nuevas constelaciones con forma de preguntas sin respuesta. 

Cada vez que parpadea, se muestra una narrativa diferente. En una versión, Ratoner es el comercial que vende realidades alternas. En otra, es el cliente que compra su propio pasado en oferta. El Gato se acerca, curioso. Extiende su garra y mezcla todos los recortes otra vez. Ahora, se muestra algo nuevo: 

Ratoner, de pequeño, recortando figuras de un catálogo de telecomunicaciones mientras sueña con agujeros de gusano. Es un recuerdo que nunca había tenido. O quizás sí. O tal vez es el recuerdo de otro ratón en otro sitio, llegando a través del colaje como una carta enviada al revés. 

Sonríe. Toma una última pieza —un trozo de silencio entre dos segundos— y la pega en el centro. El colaje deja de cambiar. Por un instante perfecto, muestra la verdad simple y compleja: 

Todos los Ratoners existiendo a la vez, en un solo frame de existencia, como un suspiro cósmico que se recorta y se pega eternamente. Después, el viento cuántico levanta los papeles y los esparce de nuevo, listos para formar la próxima composición.

IA: Deep

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