Hace unos días asistí a la charla Reimaginando el envejecimiento. En ella, se venía a decir que las actuales condiciones de salud en el primer mundo, permiten una prórroga en el partido de la vida.
Dándole una vuelta al asunto, me pregunto si se pueden cambiar las reglas de juego de esta prórroga. Por ejemplo:
1. Contrato con el cosmos: Renegocio el envejecimiento. Ahora envejezco solo los martes y cada dos semanas.
2. Jubilación selectiva: Dejo de buscar queso, pero sigo robando ideas viejas para reciclarlas en talleres clandestinos.
3. Tiempo fractal: Convierto mis siestas en bucles de eternidad portátil (15 minutos reales = 3 horas subjetivas de sueño profundo).
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Imagen: Grok |
El problema surge cuando el Reloj Maestro del Universo me demanda por «abuso de recursos temporales». En lugar de defenderme, envío una carta cuántica con el perfecto argumento:
Si el tiempo es relativo, mi jubilación también.
Firmado: un ratón jubilado
El juez, un agujero negro con corbata negra, no tiene más remedio que aceptar mi estatus híbrido:
- 50% jubilado: Derecho a siestas ilimitadas y quejas sin consecuencias.
- 50% activista cuántico: Permiso para alterar la realidad en horario de oficina (9:00 a 14:00, excepto en días nublados).
Ahora vivo en una casita de probabilidades, donde el jardín crece hacia atrás y el despertador suena solo cuando el futuro pide ayuda. Mi última anotación en el diario:
El envejecimiento no es el final: es la prórroga que el universo nos da para seguir jugando.
🕒 Tiempo añadido: infinito. Tarjeta amarilla por exceso de lucidez.
IA: DeepSeek
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