Falacia del Nirvana

La falacia del Nirvana es un sesgo lógico que surge cuando se desestiman soluciones realistas o viables porque no cumplen con un estándar utópico o idealizado. Esta falacia implica la comparación de una situación imperfecta con una perfección imaginaria, descartando soluciones prácticas por no alcanzar un nivel utópico.

La raíz de esta falacia radica en la búsqueda constante de una perfección inalcanzable. Al evaluar propuestas o soluciones, quienes cometen la falacia del Nirvana establecen un estándar irreal o utópico y descartan cualquier opción que no cumpla con ese estándar elevado. Esta actitud puede conducir a la parálisis de la decisión, ya que ninguna solución puede cumplir con un ideal inalcanzable.

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Por ejemplo, en el ámbito político, alguien podría desestimar propuestas de reforma porque no cumplen con una visión utópica de una sociedad perfecta. En lugar de considerar soluciones pragmáticas que puedan mejorar la situación actual, la falacia del Nirvana lleva a rechazar cualquier medida que no alcance una perfección idealizada.

Es importante reconocer que la realidad rara vez cumple con estándares utópicos. Se puede obstaculizar el progreso y la toma de decisiones al crear expectativas poco realistas. En lugar de buscar soluciones perfectas, es más constructivo trabajar hacia mejoras incrementales y pragmáticas.

En resumen, la falacia del Nirvana es un error de razonamiento que surge al desestimar soluciones viables porque no cumplen con estándares ideales inalcanzables. Superar esta falacia implica aceptar que la perfección absoluta rara vez es posible y comprometerse con mejoras prácticas y realistas.

No óptimos

Esto me recuerda mucho a la 7ª ley de dios.

Las máquinas simples pueden ser eficientes; no así la maquinaria compleja adaptativa. Una estructura compleja tiene muchos señores, y ninguno de ellos puede ser servido en exclusividad. Antes que luchar por la optimización de alguna función, un sistema podrá sobrevivir sólo satisfaciendo (consiguiendo algo suficientemente bueno) a una multitud de funciones. La mayoría de los organismos tiene tantos detalles que bruscas variaciones terminan funcionando, más que versiones precisas de proteínas, genes y órganos. 

Al crear algo de la nada, olvida la elegancia; si funciona es hermoso.

O dicho de otra manera:

Mejor hecho que perfecto.