Ratoner y 4 Vientos

Ratoner tiene dos blogs personales. Este que está leyendo, de estilo cuántico. Y 4 Vientos, de estilo patafísico. Imagina una tertulia en la que se encuentran ambos estilos y se miran con curiosidad, como viejos conocidos que, aunque caminan por senderos distintos, sienten que comparten algún hilo invisible.

El estilo cuántico, con su aura de incertidumbre, empieza la conversación hablando de realidades múltiples. Todo es posible, afirma, hasta que alguien lo observa. Su territorio es el de lo indeterminado, lo potencial, lo que vibra entre existencias paralelas. A su lado, el estilo patafísico sonríe con ironía: Ah, pero yo celebro lo que está más allá de las leyes, lo que roza el absurdo. Mi reino es el de las excepciones.

Imagen: Grok

Comparten un gusto por lo intangible, por lo que desafía las normas preestablecidas. Sin embargo, el cuántico abraza las paradojas científicas, mientras que el patafísico se ríe de ellas, prefiriendo lo absurdo como una forma de cuestionar la lógica. Uno se sumerge en la física y sus misterios; el otro juega con las reglas del lenguaje, la literatura y la imaginación.

—¿Y qué hay de las historias? —pregunta un tercero, algún tertuliano curioso.

El cuántico responde: Las escribo desde la posibilidad; un mismo personaje puede existir y no existir al mismo tiempo. El patafísico, entretanto, replica: Yo me burlo de las reglas narrativas. Puedo tener un personaje que sea un paraguas que siente tristeza.

Ambos coinciden en algo: no les interesa el camino recto ni las explicaciones simples. Pero mientras el cuántico busca abrir la mente al misterio del cosmos, el patafísico prefiere el guiño humorístico, el sinsentido que, de forma paradójica, tiene sentido.

Y así sigue la tertulia, entre risas, reflexiones y vasos de vino imaginario. Al final, la conclusión es simple: ambos estilos son como espejos distorsionados que nos muestran mundos fascinantes y, a veces, nos enseñan algo de nosotros mismos.

IA: GPT3.5